El jaguar, otorongo, yaguar o yaguareté (Panthera onca),
es un carnívoro felino. Es el mayor felino de América y el tercero del mundo,
después del tigre (Panthera tigris) y el león (Panthera leo). Su distribución
actual se extiende desde el extremo sur de Estados Unidos continuando por gran
parte de América Central y Sudamérica hasta el norte y noreste de Argentina.
Exceptuando algunas poblaciones en Arizona (suroeste de Tucson), esta especie
ya ha sido prácticamente extirpada en los Estados Unidos desde principios de la
década de 1900.
Se encuentra emparentado y se asemeja mucho en apariencia
física al leopardo (Panthera pardus), pero generalmente es de mayor tamaño,
cuenta con una constitución más robusta y su comportamiento y hábitat son más
acordes a los del tigre (Panthera tigris). Si bien prefiere las selvas densas y
húmedas, puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos o abiertos.
Está estrechamente asociado a la presencia de agua y destaca, junto con el
tigre, por ser un felino al que le gusta nadar.
Entre sus principales amenazas se encuentran la
deforestación de su hábitat, un creciente incremento de la competencia por la
comida con los humanos, la caza furtiva, los huracanes en la parte
septentrional de su distribución y los enfrentamientos con los ganaderos, que a
menudo los matan en las zonas donde cazan ganado pues, cuando se adapta a la
presa, se ha comprobado que caza ganado bovino como parte importante de su
dieta; sin embargo, mientras que la deforestación para crear zonas de pasto es
un problema para la especie, su población podría haber aumentado tras la
introducción de ganado bovino en América del Sur al aprovecharse los félidos de
esta nueva fuente de presas. Esta tendencia a cazar ganado ha llevado a los
propietarios de ranchos a contratar cazadores especializados a tiempo completo.
El otorongo o jaguar es una especie incluida en el
Apéndice I de la CITES, por lo que está prohibida cualquier forma de comercio
internacional de esta especie o sus partes. Su caza está prohibida en
Argentina, Belice, Colombia, Estados Unidos, Guayana Francesa, Honduras,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Surinam, y Venezuela. Su caza está restringida
como «animales con problemas» en Brasil, Costa Rica, Guatemala, México y el
Perú, mientras que la caza deportiva todavía se permite en Bolivia. La especie
carece de protección legal en Ecuador y Guyana.
Dado lo inaccesible de gran parte de la distribución de
la especie (particularmente el Amazonas central) resulta difícil hacer una
estimación de su número. Los investigadores se suelen concentrar en
biorregiones concretas, de manera que hay pocos estudios sobre toda la especie.
En 1991 se calculó que vivían entre 600 y 1000 ejemplares en Belice, y en el
Parque nacional Kaa Iya de Bolivia se contabilizaron entre 3 y 4 ejemplares
cada 100 km². En un estudio en la Reserva de la Biosfera de Calakmul estimaron
una población de unos 500 ejemplares y la población de las mayores reservas de
la Región Maya (sureste de México y noroeste de Guatemala y Belice) fue
estimada en 2000 individuos; sin embargo, sólo las de México y Guatemala fueron
suficientemente grandes para mantener poblaciones de más de 400 individuos.
Trabajos realizados utilizando trampas-cámara y telemetría por GPS en el año
2003 y 2004 detectaron una densidad de sólo 6 o 7 ejemplares por cada 100 km²
en la crítica región del Pantanal, en comparación con los 10 u 11
contabilizados con métodos tradicionales, lo que sugiere que los métodos de
muestreo más extendidos podrían inflar el número real de ejemplares de la
especie.
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